SOY INFIEL CON EL AMIGO DE MI ESPOSO

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el amigo de mi esposo - historia de infidelidad

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Hola, soy Aura, y quiero contarles la historia de cómo engañé a mi esposo con su mejor amigo, y los motivos por los que lo hice. Para ser sincera, no me arrepiento.

Sé que no es algo de lo que estar orgullosa, pero esta historia es lo más interesante y emocionante que me ha pasado últimamente. Matías y yo siempre fuimos muy apasionados y entregados, pero en los últimos meses se ha vuelto frío y distante. Intenté hablar con él para ver qué sucede, pero nunca llegamos a nada.

El cambio en él comenzó a generar dudas y sospechas en mí, así que hice lo que la mayoría de las mujeres hacemos en esos casos: empecé a revisar sus redes sociales y su celular. Allí noté algunas cosas que no me gustaron mucho y le hice un reclamo. Su reacción violenta solo corroboraba mis sospechas de que estaba coqueteando con alguien en Facebook.

Después de la discusión, todo siguió como venía, el frío reinaba entre los dos y ya ni siquiera había espacio para un beso o un abrazo entre los dos. 

Siempre me he caracterizado por tener un fuerte apetito sexual; me encendía muy fácilmente e incluso, a veces, después de tener intimidad, quedaba con ganas de más y terminaba satisfaciéndome sola.

Los días pasaron y las sensaciones en mi cuerpo indicaban que necesitaba eso que solía tener diariamente con mi esposo: besos, caricias y ese delicioso calor corporal. Mi cuerpo no resistía más la desolación.

Darío, el mejor amigo y socio de mi esposo, trabaja con él en una oficina de publicidad que está en nuestra casa. A veces trabajan juntos allí o en ocasiones Darío se queda en la oficina mientras mi esposo sale.

El amigo de mi esposo es un hombre apuesto, un típico soltero Casanova, pero a pesar de esto, nunca me había llamado la atención hasta ese día…

Una mañana, Darío llegó a trabajar como de costumbre, pero mi esposo tenía que salir. Así que Darío y yo quedamos solos en casa, cosa que ya había ocurrido en otras ocasiones, pero esta vez fue diferente.

Esa mañana yo estaba muy excitada, llevaba semanas sin tener nada de nada y esa mañana decidí consentirme en mi habitación. Darío nunca entraba a nuestra habitación, pero esa mañana entró de sorpresa con la excusa de pasarme una llamada de mi esposo, ya que yo no contestaba el teléfono. 

Me sentí muy avergonzada de que Darío me viera justo cuando me estaba dando placer. Simplemente me cubrí con la manta y le recibí el teléfono. Al poco tiempo, salí para hablar con él, pedir disculpas y rogarle que por favor no le dijera nada a mi esposo.

En el momento en que yo le hablaba, él solo miraba hacia mi pecho y yo no entendía muy bien el porqué lo hacía. Cuando bajé mi mirada, vi qué gran parte de uno de mis pechos había quedado expuesto y no me había dado cuenta hasta ese momento. En ese instante me tapé con la mano y sonreí. Él también sonreía y decía: “No te preocupes, no diré nada, seguro me matarían si supieran todo lo que he visto hoy”.

Cuando fui a marcharme y, como por inercia, miré su pantalón, pude ver que realmente había disfrutado lo que había visto. Al entrar a mi habitación no podía creer todo lo que había pasado y, aún peor, no me quitaba de la mente el delicioso bulto que le había visto al amigo de mi esposo.


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Al día siguiente se presentó la misma situación, Darío y yo quedamos solos en casa, él en la oficina y yo en la cocina preparando el almuerzo. Debo confesar que empecé a imaginar cosas que antes no imaginaba, comencé a fantasear con el paquete tan generoso que tenía Darío y de repente él entró a la cocina haciendo una broma.

“¿Puedo pasar?” preguntó Darío de forma jocosa. Giré y solo reí de manera nerviosa. Sin pensarlo, lo primero que miré nuevamente fue su pantalón y sin darme cuenta hice algún gesto de placer, y él me preguntó: “¿Pasa algo?”. Inmediatamente salí de la cocina con la excusa de que se me había olvidado algo en la habitación.

No podía ser, estaba deseando a Darío y al parecer él ya lo había notado. ¿Qué pasará ahora? era la pregunta que me hacía.

Esa noche busqué intimidad con mi esposo, pero nuevamente fui rechazada. No aguanté más y discutimos fuertemente, hasta que me vestí y me fui de la casa. Esa noche terminé en un bar tomando unas cervezas para pasar el mal momento.

En ese momento se me ocurrió escribirle a Darío, sentía la necesidad de sucumbir a esa tentación, a ese deseo que había despertado en mí y que necesitaba ser saciado a como diera lugar, a complacerme con Darío ya que mi esposo no me deseaba.

Cuando por fin vi a Darío entrar al bar, me invadió un deseo de lanzarme a sus brazos y besarlo apasionadamente, y así lo hice… Darío respondió a cada beso de manera formidable, era un excelente besador, me hacía imaginar cómo sería si esos besos fueran en otras partes del cuerpo.

Transcurría la noche  y no pasamos de besos y caricias candentes, y mis piernas ya temblaban de ansiedad por sentir un poco más. No soporté más y le pedí a Darío que me hiciera suya, que no importaba nada, que deseaba que me lo hiciera como a él se le antojara.

Nunca imaginé que Darío me hiciera sentir lo que sentí esa noche, ni siquiera tuve que terminar de complacerme después de que terminamos de intimar. Él supo satisfacerme completamente hasta dejarme sin aliento.

Al día siguiente, mi esposo salió temprano de la casa y tan pronto llegó Darío, me tomó por la cintura y nuevamente me hizo suya de todas las maneras posibles y en varios rincones de la casa. Estaba llena de dicha por poder saciar todas esas ganas que llevaba reprimidas desde hace mucho tiempo.

Al día de hoy, no hay día que pase sin que nos devoremos con la misma pasión que la primera vez. Darío y yo nunca hablamos de nada, solo nos entregamos al momento esperando que mi esposo nunca se dé cuenta de nada.


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