Amor prohibido y deseos incontrolables por la hermana de mi novio

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Sinopsis

Lucía tenía una vida tranquila junto a Alejandro, su novio ideal, hasta que conoció a Camila, su enigmática hermana. Lo que comenzó como tensas conversaciones se transformó en una conexión prohibida que desbordó en deseo y culpa. Atrapada entre un amor seguro y uno apasionado pero imposible, Lucía deberá decidir si seguir con las apariencias o arriesgarlo todo por lo que realmente siente. “Entre el amor y la sombra” es una historia de pasión y decisiones que cambian vidas.


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Me llamo Lucía, y hasta hace unos meses, mi vida era normal, tranquila, sin grandes sobresaltos. Estaba en una relación con Alejandro, un chico atento y cariñoso que me hacía sentir especial. Llevábamos un año juntos, y aunque teníamos nuestras diferencias, siempre pensé que era el amor de mi vida. Pero todo cambió cuando conocí a Camila, su hermana.

Desde el principio, Camila y yo no nos llevamos bien. Ella tenía esa energía desafiante y una mirada que parecía leer cada uno de mis pensamientos. Era todo lo contrario a Alejandro: impredecible, intensa, apasionada por todo lo que hacía. Al principio, nuestras conversaciones eran breves, casi frías. Pero había algo en su forma de hablar, en cómo llenaba cada espacio con su presencia, que no podía ignorar.

Alejandro empezó a invitarme más a su casa, y eso significaba pasar más tiempo con Camila. Descubrí cosas de ella que nadie mencionaba: su amor por la música, su capacidad de hablar de cualquier tema como si lo dominara, su risa contagiosa. Una tarde, mientras Alejandro estaba fuera, Camila y yo terminamos conversando en la sala. Lo que empezó como una charla casual se convirtió en horas de confesiones. Me contó de sus sueños, de lo difícil que era vivir a la sombra de su hermano. Y yo… me encontré diciéndole cosas que nunca le había contado ni siquiera a Alejandro.

No fue inmediato. Fue lento, casi imperceptible. Pero me di cuenta de que esperaba más los momentos con ella que con Alejandro. Mi corazón latía más rápido cuando escuchaba su voz, y su sonrisa empezó a ser lo que buscaba en cada visita.

Una noche, después de una cena familiar, Camila me pidió que la acompañara al jardín. El aire era fresco, y la luz de la luna iluminaba su rostro de una manera que me dejó sin palabras. “¿Por qué siempre me miras así, Lucía?”, me preguntó de repente. Mi corazón se detuvo. Traté de negarlo, de fingir que no entendía, pero ella insistió. Y entonces, en un impulso que no pude controlar, la besé.


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El beso fue breve, lleno de dudas, pero no había marcha atrás. Me separé de ella con el pecho latiendo como loco. Camila me miró sorprendida, pero no dijo nada. Se dio la vuelta y entró en la casa, dejándome sola bajo el cielo estrellado.

Desde esa noche, todo cambió. Alejandro seguía siendo el novio perfecto, y yo intentaba aferrarme a esa relación, pero cada vez que veía a Camila, sentía que me faltaba el aire. Ella también empezó a evitarme, aunque nuestras miradas lo decían todo.

Un día, Alejandro me sorprendió con un viaje de fin de semana para celebrar nuestro aniversario. Pero cuando llegamos, descubrí que Camila estaba allí también. Fue un desastre. Cada palabra que decía, cada gesto que hacía, era analizado por Camila, como si buscara una señal de que yo seguía sintiendo algo por ella. Y yo… yo no podía dejar de mirarla.

La noche antes de regresar, me encontré a solas con Camila en la terraza. “Esto no puede seguir así”, me dijo, con la voz quebrada. “No podemos hacerle esto a Alejandro”. Pero antes de que pudiera responder, ella me besó, con una desesperación que me hizo temblar.

No podía seguir viviendo en ese triángulo imposible. Sabía que tenía que tomar una decisión, aunque cualquiera de las opciones rompiera corazones, incluido el mío. Elegí terminar con Alejandro. No le conté la verdad, pero le dije que necesitaba tiempo para encontrarme a mí misma.

Camila y yo no nos hablamos durante semanas después de eso. Pero un día, me llegó un mensaje suyo: “¿Café?”. No sé qué será de nosotras, si podremos ser algo más o si solo quedaremos como un amor prohibido que no pudo ser. Pero en ese momento, al menos, decidí que no viviría más entre mentiras.


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