Todo comenzó en una fiesta, cuando conocí a un chico que no dejaba de mirarme. Había algo en su forma de observarme que me hacía sentir especial, y no podía negar que lo encontraba atractivo. Más tarde me enteré de que era el tío de una amiga. Fue ella quien, curiosa por la conexión que percibía entre nosotros, se encargó de presentarnos.
Con el tiempo, empezamos a gustarnos, pero había un obstáculo: yo era menor que él, y mis padres jamás permitirían que saliera con alguien mayor. Por eso, después de algunos días de coqueteo, decidí rechazarlo. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara una relación con otra chica. Sin embargo, para mi sorpresa, no sentí celos ni tristeza.
A pesar de estar con ella, él seguía buscándome. Me citaba en secreto para vernos, y yo, sin darme cuenta, me fui encariñando con cada encuentro. Sabía que él tenía novia, pero su insistencia en querer un beso mío se volvió cada vez más frecuente. Una tarde, después de tanto insistir, cedí y le di un beso en la mejilla. Me miró fijamente y me dijo que quería un beso “como Dios manda”. Me negué, pero él tomó mi rostro con suavidad y me besó. Aquel beso marcó el inicio de algo que duraría seis meses, un vínculo clandestino que no tenía un lugar definido en nuestras vidas.
Esos seis meses fueron los más intensos que he vivido. Nos encontrábamos siempre en secreto, ya fuera de día o de noche, aprovechando la cercanía de nuestros hogares. Nunca hizo algo que yo no quisiera, ni me forzó a ir más allá de lo que me sentía cómoda. Era nuestra pequeña aventura, un escape de la realidad.
Las cosas cambiaron cuando nos escapamos juntos a un lugar donde nadie nos conocía. Fueron unos días maravillosos, sin el peso de la culpa ni el miedo a ser descubiertos. Sin embargo, al poco tiempo de volver, todo se desmoronó.
Una noche nos vimos y comenzamos a discutir. Él quería seguir con la relación, pero yo sabía que no podía tener novio sin enfrentar las consecuencias, mientras él sí podía seguir con su doble vida sin problemas. En un arrebato de frustración, me gritó que lo mejor era terminar. Me dolió su voz fría y la certeza en sus palabras. Con lágrimas en los ojos, acepté. Me alejé sin mirar atrás, y con el poco aliento que me quedaba, susurré un adiós que nunca quise pronunciar.
Hoy, cuando nos cruzamos por casualidad, él intenta hablarme, pero yo no le respondo. Me dolió mucho su partida, y he aprendido a no caer de nuevo en sus trampas.
- Cómo Saber Si Le Gustas A Alguien (Hombre o Mujer).
- Cómo Enamorar A Una Mujer.
- Como Enamorar A Un Hombre.
Esta Historia de amor es enviada por Evangelina, una de nuestras queridas lectoras y seguidoras.
Si deseas que publiquemos tu historia no dudes en enviarla dando CLIC AQUÍ.
También te podrían gustar las historias de estas categorías:
- RELATOS CORTOS
- HISTORIAS TRISTES
- RELATOS LARGOS
- AMORES PROHIBIDOS
- AMOR IMPOSIBLE
- FRASES DE AMOR
- HISTORIAS DE AMOR BONITAS
- AMOR NO CORRESPONDIDO
- AMOR A PRIMERA VISTA
- AMIGOS QUE SE ENAMORAN